Este sitio web utiliza galletas o cookies. Si continuas navegando entendemos que aceptas su uso.
SIBE - Sociedad de Etnomusicología
Explore TRANS:
By Issue >
By Article >
By Author >

Loading


Share |
Suscribir RSS Suscribir RSS Feed

SIBE
Blog Observatorio de Prácticas Musicales Emergentes
ETNO Revista de música y cultura
IASPM - Espana
Musicalogía feminista
ICTM
IASPM - International Association for the Study of Popular Music

< Back

Héctor Fouce: El futuro ya está aquí. Música pop y cambio cultural

Eduardo Viñuela Suárez

Madrid: Velecio editores, 2006. 201 pp.
ISBN: 84-935000-3-0


A pesar de los ríos de tinta que se han vertido acerca del panorama musical de la Movida, aún no contábamos con un libro que abordara este fenómeno en el contexto de una investigación académica. Esta obra, cuyo origen se encuentra en la elaboración de una tesis doctoral, tiene como objetivo explicar la relación entre los cambios que se producen en el panorama musical de la transición y el contexto político, económico y social de la época. Para ello, Héctor Fouce se desmarca de las numerosas publicaciones que recogen las experiencias de los protagonistas de la Movida para llevar a cabo la investigación de este periodo a través de un marco teórico acorde con los postulados de los estudios culturales. La obra se estructura en cuatro apartados y cuenta con un prólogo de Mario Vaquerizo, músico y manager, y un epílogo a cargo de Edi Clavo, ex-miembro del grupo Gabinete Caligari. Además, el libro se ilustra con las fotografías de Miguel Trillo.

El futuro ya está aquí. Música pop y cambio cultural comienza con un capítulo dedicado al contexto en el que se desarrolla la Movida. El autor se hace eco de la polémica que rodea al término que da nombre a este movimiento y concilia las diferentes posturas, señalando los puntos en común y las diferencias existentes entre todas ellas. En el recorrido cronológico de este fenómeno se refleja la progresión desde su nacimiento como movimiento minoritario y marginal a la posterior institucionalización que lo convierte en imagen de la España moderna. En esta trayectoria, se abordan cuestiones clave como la necesidad que demuestra el Estado de adoptar un régimen democrático para ingresar en la Comunidad Económica Europea (CEE) y los pactos políticos que propiciaron una transición política sosegada. Estos acuerdos supusieron la renuncia a muchas de las aspiraciones de la izquierda, lo que creó un clima de desencanto en la sociedad y una pérdida del compromiso político que constituyeron algunos de los pilares de la Movida. Por otra parte, no se dejan de lado aspectos que han servido para definir y situar este movimiento en el contexto cultural, como por ejemplo su relación con la postmodernidad o el Pop-Art, destacando como evento significativo la visita a Madrid de Andy Warhol en enero de 1983.

En el terreno exclusivamente musical las influencias llegadas del Reino Unido, como el punk, la new wave y el techno pop, dan lugar a un panorama musical en el que conviven y eclosionan un amplio abanico de estilos. Estas nuevas propuestas, agrupadas bajo el nombre de nueva ola, no se limitan a  imitar los estilos llegados del extranjero, sino que además incluyen aspectos de la cultura española, que van desde el uso del español en las letras hasta la introducción de elementos tradicionales provenientes de la copla y el imaginario taurino; unos elementos que habían sido apartados de la canción política de izquierdas por su vinculación con la España del régimen franquista. Fouce señala cómo las diferencias entre el punk de Inglaterra y el que se desarrolla en España responden a las distintas situaciones en las que se encuentran ambos países; mientras el punk inglés se entiende como una reacción de la juventud de clase baja a la crisis del “Estado del bienestar”, el punk llega a España “de la mano de jóvenes de ascendencia burguesa fascinados por la modernidad de Londres y su contraste con la cultura española” (p. 52), y además lo hace en un momento en el que aún se estaban produciendo los cambios hacia la libertad de un Estado democrático. De este modo, el punk en España se instaura como una estética y como una actitud contraria a los valores que defendían los jóvenes “progres” comprometidos con los ideales de izquierda.

Un estudio de estas características no podía prescindir de un análisis dedicado a profundizar en la influencia que han tenido los cambios que se produjeron en este periodo en las industrias culturales sobre el desarrollo y la masificación de la Movida. En este segundo capítulo se examina el papel de las estructuras que han mediado en la configuración de este movimiento, que van desde la apertura de espacios adecuados para la interacción de sus protagonistas (bares, salas de conciertos, etc.) hasta la creación de programas y canales especializados en los medios de comunicación (radio, prensa, televisión) y el surgimiento de una infraestructura que permitiera acceder a los grupos a la industria musical (los sellos independientes).

Fouce destaca la importancia de la creación de una red de bares y discotecas en Madrid (El Pentagrama, Rockola, El sol, etc.) en los que, no sólo sonaba la música de los grupos que eran referencia para los protagonistas de la Movida, sino que además se programaban conciertos de bandas nacionales e internacionales. De este modo, se crea un espacio de reunión, apartado del resto de la sociedad, que permite desarrollar unas señas de identidad comunes en un sector de la juventud. Por otra parte, las actividades que se llevaban a cabo en estos locales son el caldo de cultivo de los multitudinarios eventos programados por las instituciones cuando la Movida cuenta con el apoyo del poder político.

En lo referente a los medios de comunicación, se señala la importancia del fomento de la Frecuencia Modulada (FM) en la creación de canales dedicados a la emisión de música. En este marco, y a finales de los años setenta, surgen emisoras como Onda Dos o Radio 3 que cuentan en sus filas con periodistas jóvenes que comienzan a dar cabida a los grupos de la Movida. Estas emisoras funcionaron como agentes dinamizadores y difusores de este movimiento cultural no sólo a través de las ondas, ya que también se ocupaban de organizar conciertos, fiestas y  concursos de maquetas.

Algo similar sucedió en la televisión; con el surgimiento de una serie de programas que se ocupaban de informar acerca de los nuevos grupos que habían nacido en la capital a través de actuaciones, entrevistas y retransmisiones de conciertos. Aquí se presta especial atención al programa La edad de oro, dirigido y presentado por Paloma Chamorro, un espacio que supo combinar las diferentes expresiones que marcaban tendencia en la vanguardia artística tanto nacional como internacional.

La elaboración de fanzines está presente en el germen de la Movida y constituye un medio de expresión alternativo a la prensa convencional que, en los primeros años, ignoraba los intereses de la Movida. De ahí que en el libro se destaque la proliferación de fanzines en todo el país, centrando la atención en el análisis de La luna de Madrid y Madrid me mata, dos publicaciones “de referencia a la hora de dar visibilidad a la Movida” (p. 84).

La industria discográfica es otra de las estructuras analizadas. Se explica la pasividad y las dificultades de los grandes sellos para adaptarse a las nuevas exigencias de la audiencia, un hecho que llevó a los grupos de la Movida a crear una serie de sellos discográficos independientes para dar a conocer sus trabajos. Fouce alude al proceso de cambio que se estaba produciendo en el contexto internacional de la industria musical para explicar la precaución de las grandes discográficas en sus apuestas por nuevos artistas y el enorme crecimiento que experimentan algunas compañías independientes, como DRO o GASA, que finalmente serán absorbidas por las multinacionales en el proceso de concentración que se consolida a mediados de los años ochenta.

En el capítulo tercero el autor introduce los conceptos que sirven para crear el marco teórico en el que se desarrolla la investigación que lleva a cabo en el último capítulo. Fouce aborda el estudio de la música popular como un campo de la investigación cultural en el que se pueden observar los procesos a través de los cuales la sociedad va articulando distintas señas de identidad en función de las actividades y las prácticas que comparten los individuos que la componen. De esta manera, comienza tratando las diferencias existentes entre los estudios de música “seria” y los de música popular, así como las diferentes definiciones del concepto de cultura, para posteriormente centrarse en el desarrollo de los estudios culturales en el seno de la Escuela de Birmingham. Recurre al concepto de ideología de Althusser y al de hegemonía de Gramsci para explicar la filosofía de la teoría de las subculturas, desarrollada en los trabajos de autores como Dick Hebdige o Stuart Hall. Fouce dedica un apartado a reflexionar acerca de la cuestión del análisis de la música popular, y cita los trabajos de Simon Frith para explicar algunos de los elementos que caracterizan este repertorio, entre los que destaca su puesta en escena y las distintas funciones que adquiere la voz. Por último, se tratan las formas en las que se crean los géneros musicales como un proceso dinámico en diferentes niveles: la producción, difusión y consumo, aludiendo al concepto de cronotopo de Bajtin para explicar la influencia de la dimensión espacio-temporal en la comprensión de los diferentes géneros. Así, Fouce entiende el estudio de la música popular como el análisis “de las diferentes dimensiones de los géneros musicales, de los discursos que vehiculan, de las estrategias de representación de emisores y receptores, y de los espacios y los tiempos” (p.118) en los que se mueve una determinada obra musical.

El último capítulo se dedica a profundizar en distintos aspectos que estaban presentes en la cultura de la Movida y en el modo en el que éstos aparecen representados en las canciones de los grupos que se integran en este movimiento. Fouce defiende la existencia de unos códigos identitarios compartidos por los integrantes de este fenómeno y enfoca su análisis entendiendo “la Movida en su dinámica de rechazo a dos culturas diferentes” (p. 120): por un lado a los cantautores y por el otro al mainstream o cultura musical dominante. Este estudio comienza valorando el papel social de la música en la cultura, y contrapone el papel del cantautor como representante del pueblo, articulador de un sujeto colectivo, que denuncia la falta de libertad e incita a la lucha frente al rol de la música de la nueva ola, que invita al hedonismo, al disfrute, al baile, y utiliza la ironía, la sátira y la parodia con un sentido lúdico. La función de la música en el contexto de los cambios experimentados en la transición y la concepción de la libertad por parte de la juventud de la Movida se interpretan como una realidad asumida, como un fin ya alcanzado que, en cambio, aparecía como objetivo primordial en la canción de autor.

A continuación, se aborda la cuestión de la representación del espacio en las canciones, señalando cómo los cantautores hacen continua referencia a un ámbito rural idealizado y conectado con el ideal hippie de resistencia al capitalismo de la ciudad, mientras que los temas de la Movida celebran la vida urbana y aluden continuamente a la noche, los bares y a la cultura de consumo, que en estos momentos estaba comenzando desarrollarse en las grandes ciudades del país. El autor observa también una transformación en la concepción del territorio; así, mientras los cantautores hablan de “país” como un territorio que compartía la opresión del régimen franquista, las canciones de la Movida se centran más en las alusiones al ámbito local e incluso a determinadas zonas de las ciudades. Todas estas conclusiones se fundamentan en el estudio comparativo de las letras de numerosas canciones, tanto de grupos de la Movida como de los cantautores, que ilustran las diferencias señaladas entre ambos colectivos. En el apartado de conclusiones, Fouce defiende la validez de este método para demostrar la existencia de un imaginario cultural compartido por los protagonistas de la Movida que constituía la “expresión de una cultura juvenil ampliamente internacionalizada y radicalmente alejada de la política” (p. 182).

El futuro ya está aquí. Música pop y cambio cultural constituye, en definitiva, un interesante estudio de la Movida como fenómeno cultural resultante de los cambios que se estaban produciendo en España en el momento de la transición. La adecuada estructuración de la información y la prosa ágil que emplea el autor hacen de éste un libro ameno para la lectura y de gran valor para una aproximación al fenómeno de la Movida y a la teoría de los estudios culturales. Esta obra se constituye como un trabajo de referencia obligada en el estudio de la música de la Movida, y, además, sienta las bases para futuras investigaciones desde otras perspectivas dentro del campo de los estudios culturales, así como desde el prisma de otras disciplinas académicas.


Top >


TRANS - Revista Transcultural de Música